Y ya no apuesto al 24. No quiero perder el tiempo entre lo irreal y la distancia de una manecilla del reloj.
En mi nuevo libro no caben perdedores, bailarinas de salón y mucho menos las tormentas eléctricas.
Entre el humo de los cigarrillos consumí las terribles ganas, cierta manera de sobrevivir y los besos de judas.
Desde entonces hasta ahora ha diluviado y la bohemia emigró en busca de un agujero negro, ya no tenía lugar.
Grita, no importa, el mundo está sordo y las campanas ya no tocan a duelo.
Ahora te toca recoger los añicos de tu alma pero ni te molestes,
no encajan.
Pisé descalza, resucité y no estoy loca.
¡¡Buena Caza!!
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